Un sueño inspirado por ti . . . (consciente de que nunca se realizará):
Querido hombre de mi vida, al que conozco desde hace aproximadamente 40 y . . . años:
Sé poco de ti. Sé como te llamas, no sé si te gusta tomar café ni cómo te gusta tomarlo. Puede que ni siquiera lo tomes. A lo mejor prefieres té, o leche o chocolate. En ese caso, tendrás que acostumbrarte al sonido de la cafetera por las mañanas.
¿Sabes?. . . Te contaré mi sueño, difícil si, no imposible de realizar; pero al fin sueño: Cada mañana, desde que tengo uso de razón, una melodía que se parece al ruido que hacen los relojes, ambienta la banda sonora de mi corazón.
Tic tac, tic tac, tic tac. La verdad es que no es exactamente igual que el ruido de un reloj, el tic tac, es más corto y rápido.
Yo corro desde el baño para apagar el fuego. Es una pena cuando el café llega a hervir por dejarlo más tiempo de la cuenta. Se hecha a perder y hay que hacerlo de nuevo.
Retiro el café del fuego y lo pongo sobre la mesa. Y, en ese momento, levanto la tapa. Vas a pensar que es absurdo, pero me gusta dejarle respirar. Si, ya sé que no es una botella de vino que lleva muchos años con su corcho; pero, igual, a mi me gusta dejarle respirar un poquito antes de beberlo, y así. . .
Cuando levanto la tapita de la cafetera, el mejor aroma del mundo se esparse en toda la casa. Yo, cierro los ojos y digo mmmm. Ese momento es el mejor del día.
Mientras el café respira, yo vuelvo al baño a asearme, lavarme los dientes, peinarme y ponerme la crema en la cara.
Siempre voy apurada de tiempo. Da igual a la hora que tenga que estar en un sitio. Yo siempre me despisto. La impuntualidad es algo innato. No puede corregirse. Por eso, cariño, no debes enfadarte conmigo cuando quedemos para ir a algún lugar y yo llegue cinco minutos tarde. No puedo remediarlo y no lo hago con mala intención . Me sale así. ¿Me perdonarás ese defecto?
Yo, a cambio, te prometo desvivirme por ti, cumpliré tus gustos, cocinaré recetas exóticas para que digas ¡mmmmm qué delicioso!
Cada noche, mientras me haces cucharita para que durmamos encajados el uno en el otro, yo inventaré un cuento para ti, con las palabras que tu me digas. Si quieres un cuento sobre una estrella lejana, yo te contaré la más tierna y romántica, la de una madre que le regala a su pequeña hija una estrella, la más bella y luminosa, como símbolo del más puro amor, y cómo la niña convertida en mujer, se la da a su amado en señal del eterno y más grande amor que por el tendrá (será mi historia contigo, tal vez nunca lo pienses; pero un día en un mensaje te regalé esa estrella).
Los Domingos nos levantaremos tarde o haremos deporte o pasearemos por el parque. Yo tomaré fotos, que luego revisaremos juntos, llenando nuestro hogar de un mágico olor a recuerdo de los momentos bellos vividos. Tal vez iremos de compras al mercado por los víveres de la semana. Tu me ayudarás a escoger lo mejor para nuestros alimentos, tal vez algún buen vino europeo, me comprarás una rosa, o tal vez un ramillete de gardenias, un detalle que me demostrará tu amor.
Mi corazón sonríe por dentro. Y yo te doy las gracias. Después de charlar de tantas cosas de nosotros, iremos a comer a algún lugar pequeño pero acogedor o tal vez de regreso a la casa. Yo, alegre por tener todo tu amor, me reiré sola sin que tu entiendas el motivo; Pero, igual, me mirarás con dulzura y me dirás que nos vayamos a dormir.
Me pondrás la pijama y me arroparas con el edredón para que echemos la siesta en condiciones. Entonces, querido hombre de mi vida, te recostaras a mi lado y me acariciaras muy lento la frente. Yo gemiré un mmmmm ¿Sabes que te quiero con toda mi alma? Y tu susurraras muy bajito tss tss duermete loquita.
Por la noche, prepararemos un bocadillo, abriremos el vino y lo saborearemos a sorbitos pequeños mientras vemos una película romántica o tal vez de aventura o acción, o querrás tal vez ver el football. Yo, me acurrucaré en tus brazos y te haré compañía, disfrutando cada momento, cada mirada de amor.
Después me dirás que nos vayamos a dormir. Pero yo seré muy pícara y te besaré el cuello, te daré un masaje suave, acariciándote la espalda.
Te besaré el pecho, las orejas y la cara, te morderé muy suave los pezoncitos rodeados de bello. Ya sabes como acabará la noche. No te dejaré dormir hasta que hayamos tenido un par de encuentros tocando el cielo con las manos, satisfechos los dos, o simplemente. Nos abrazaremos y nos quedaremos dormidos empapados en sudor y saliva.
A la mañana siguiente, tic tac, tic tac, tic tac. La casa se inundará nuevamente con ese aroma tan delicioso de café.
Te quise, te querré, te quiero y además muchisimo, porque eres y siempre serás el hombre de mi vida, al que ya presentía desde joven y ahora empiezo a conocer.
Finalmente, cuando llegue el momento de partir a otra dimensión, en nuestro lecho, te diré que te he amado más que a nada y a nadie en la vida.
Tu contendrás una lágrima y me susurrarás tss, tss duérmete loquita . . .
Pero tienes que darte prisa amado hombre de mi vida. No nos queda mucho tiempo. La vida es tan corta y está llena de sorpresas, ¿cuanto nos queda?, no lo se, días, meses, un año, 10?, tal vez más. No sabemos, no somos capaces de precisar más ni somos dueños del tiempo. Y yo no quiero irme sin que me hagas cucharita cada noche hasta el fin de mis días. Creo que tengo derecho a conocerte, a amarte, a que me sientas tuya y a sentirte mío, a darte en un suspiro el alma entera.
La mujer de tu vida, la que aún no conoces bien; pero si te atrevieras a conocerla te llevarías la sorpresa de llegar a ser inmensamente feliz el tiempo que Dios y la vida nos permitan . . .
Crisálida